Mi pequeña gran confesión; |
Mi pequeña gran confesión;
Entiendo la amaxofobia y al que lo sufre, lo entiendo perfectamente y no porque mi profesión me haya enseñado, si no porque es una expresión de miedo que me limitó mi capacidad de conducir durante unos años. Un día cualquiera, un viernes de otoño, termine las clases en la universidad, ya estaba anocheciendo, me fui en coche al centro de la ciudad, había mucho tráfico, el coche parado cuesta arriba, empezó a llover, me esperaban…el corazón se disparó y la ansiedad me invadió. Los siguientes días continué cogiendo el coche, me sentía nerviosa, recordaba el episodio y mi forma de protegerme fue comenzar a anticipar no encontrarme en situaciones parecidas. Cuanto más evitaba tener miedo más precauciones tenia…menos conducía, hasta dejar de coger el coche. La amaxofobia desapareció completamente, la vencí. Uso el coche cada día, sin ninguna excepción evitativa, sin miedo ni ansiedad; me gusta conducir. Y desapareció cuando decidí que no quería ser pequeña ante este miedo y que en mi crecimiento personal tenía una tarea de confianza y seguridad que enfrentar y superar. Después de mi propio trabajo psicológico ante el miedo y sus significados en mi vida, junto a un momento de cambios en otros ámbitos de mi vida, retomé el coche, deje de ser copiloto para ser la conductora; y es que el miedo a conducir es una metáfora de la propia vida. Cada persona tiene dos caminos; el del miedo y sus miles de formas que lo mantienen y el del superar el miedo, donde el miedo te acompaña hasta que se aprende de él y se abandona. Lo complicado es saber en qué camino estas y cómo andarlo, pero se aprende. |