
05 Oct Pensar demasiado: encuentra ayuda psicológica
Según nuestra personalidad y aprendizaje cada uno de nosotros tenemos mayor o menor facilidad para hacer presente y dar vueltas a los pensamientos, y suele ser más frecuente cuando la connotación de estos son negativos y nuestra situación general es de malestar psicológico. Este pensamiento obsesivo se suele acompañar de ansiedad, presiones internas, estado de ánimo bajo y otras señales incómodas.
Los pensamientos que se tienen pueden ser de muy variada temática, el tipo de contenido que se tiene no es lo importante aquí. Aunque parezca que el contenido es el causante de que el pensamiento se torne largo y en bucle, en realidad es un esquema de procesamiento psicológico que se pone en marcha, se pueden incluir entre ellos, pensamiento de situaciones que se han vivido,mecanismos de los miedos, críticas propias, preocupaciones…suelen ser contenidos que tienen un impacto emocional en nosotros.
La realidad del despacho es que pensar demasiado es un motivo de consulta que aparece ya en la primera consulta de ir al psicólogo, con mucha frecuencia y si no, como tema principal está en las dificultades de la mayoría.
No se trata de evitar pensar, todos tenemos pensamientos negativos, dificultades y preocupaciones. Pretender no tener estos pensamientos sería imprudente porque nos hacen atender aquellas dificultades que podemos mejorar y ponernos en acción. Los pensamientos son parte de nuestra naturaleza, no se lucha para dejar de pensar pues no podemos, el planteamiento es dejar de fusionarnos y de alimentar esos pensamientos que no son funcionales.
El pensamiento
El pensamiento es un aliado en nuestra vida que nos soluciona un montón de cosas, es fundamental para nuestro desarrollo. En esta característica de pensamiento rumiante que no tiene tanto sentido como el que le damos en general el pensamiento pasa a ser algo paradójico, o jugando con las palabras, como suelo decir, pasa a ser algo más bien “para-lógico”. Al ver que pensamos demasiado se activa la lógica común que trata de resolver el problema haciendo lo contrario de pensar, querer no pensar en aquello en lo que se está pensando mucho, y al final los intentos de tratar de salir de ahí, en realidad agravan el problema.
El ejemplo más simple es tratar de seguir la siguiente consigna:
“Deja de pensar en un elefante blanco”, avísame cuando hayas dejado de pensar en un elefante blanco.
“El problema es que lo que hacemos para intentar salir de ahí, en realidad agrava el problema”
Así es, intentar no pensar en el elefante azul paradójicamente hace que prestemos más atención e intención en esos pensamientos y se termina en una pelea perpetua con uno mismo.
Somos conscientes de que se tratan de pensamientos exagerados que conectan con ciertas preocupaciones y que dan pie a diferentes escenarios; desde los más amables y tranquilizadores a aquellos más difíciles y preocupantes. Y la cabeza irá de un lado a otro desgastandonos.
Características de los pensamientos rumiantes
Para detectar que se trata de pensamientos rumiantes podemos tratar de hacer lo siguiente:
- Se consciente, date cuenta de que el pensamiento está en tu cabeza y cuestiónalo
- ¿Cuánto tiempo te ocupa? Es una temática que se repite y no acaba. Es intrusiva, no se piensa de forma voluntario si no que aparece sin más.
- ¿Te genera malestar su presencia?, entendiendo que la vida te presenta diversos temas en los que pensar y muchos van a ser de temática preocupante. Aquí queremos señalar el malestar de estar pensando y no tanto del contenido que se piensa.
- ¿Es un pensamiento útil? Si su reflexión te lleva a alguna conclusión o te hace tomar alguna decisión va a cesar. Cuando se piensa demasiado no ponemos un cierre, son temáticas que parecen no terminar de aclararse.
Al hacer esa mira de los pensamientos, desde un sentido compasivo, sin ser crítico ni exigente con uno, solo observador; aceptamos que tienen una inseguridad de fondo, que nos delata confianza en nosotros mismos.
Aquí comienza el camino de desaprendizaje, sobre esa inercia a pensar demasiado las cosas. Cambia tu pensamiento y cambiará tu vida.
Ayudándonos de la terapia de aceptación y compromiso, podemos decidir y controlar nuestro foco de atención, y ponerla en aquello que es más útil. No elaborar pensamientos que no ayudan. Centrarnos en la acción; en lo que sí podemos hacer.